Realizar un testamento no es un acto obligatorio. Por este motivo, no es de extrañar que la mayor parte de las personas que acuden a un notario para hacerlo, tengan un fin muy concreto. Existen dos causas por las cuales, muchas personas deciden otorgar este documento: Para proteger a la pareja o a un hijo con discapacidad.
No obstante, no es necesario tener un fin tan concreto para otorgar un testamento. De hecho, con tener la intención de organizar la herencia, hacer constar una voluntad y evitar conflictos familiares futuros, debería ser suficiente. Claro que, si este pensamiento estuviese más extendido, muchas más personas llevarían a cabo este trámite.
Cabe señalar, que entre no hacer testamento y hacer uno muy básico, no hay apenas diferencia. ¿El motivo? A falta de testamento, la ley dispone del procedimiento para llevar a cabo la partición de una herencia. Del mismo modo, la legislación establece los límites a la hora de realizar un testamento. Por tanto, si este se ciñe básicamente a lo establecido por la ley, no aportará nada que facilite el proceso.
Por este motivo, es importante recordar que el testamento debe hacerse de manera pensada y de formas individual. Tanto es así, que el artículo 670 del Código Civil advierte de que este es un acto «personalísimo», que «no podrá dejarse su formación, en todo ni en parte, al arbitrio de un tercero, ni hacerse por medio de comisario o mandatario».
¿Cómo debe ser el testamento perfecto?
Conocer la legislación vigente y en base a ello, decidir cómo hacer el reparto de la herencia y quienes serán sus herederos, es algo fundamental a la hora de plantearse hacer un testamento. Como el primer requisito no tiene por qué cumplirse, lo mejor en estos casos es acudir a un profesional de la materia que nos asesore en nuestro caso concreto.
Pues no todo vale. Para que un testamento sea perfecto y cumpla las expectativas, debe cumplir dos requisitos. El primero, que esté bien redactado. Que el texto sea claro, concreto y conciso, y no de pie a interpretaciones, evitará confusiones entre los herederos en el futuro. Por otra parte, el testamento será más perfecto cuanto más individualización exista en el reparto de bienes.
Para que así sea, debe determinar qué parte de la herencia se adjudican a cada heredero y además, respetar escrupulosamente las legítimas. Un modo perfecto para cumplir con esta premisa, es hacer un testamento de legados. De este modo, se describirá claramente cada bien y señalará a qué heredero se lo deja. De esta forma, ni interviene las valoraciones de bienes, ni existen bienes en copropiedad, por tanto, las posibilidades de discusiones a la hora del reparto, son prácticamente nulas.
Conseguir la finalidad del testador
Una idea fundamental que debemos tener clara es que un testamento será más perfecto cuanto mejor consiga la finalidad que pretende el testador. Esto significa, que debe reflejar cien por cien su objetivo. Los herederos deben tener perfectamente clara la voluntad del testador al acceder a este documento.
Por tanto, si el fin es evitar problemas, la individualización en la adjudicación de bienes es lo más importante. Y es que si a los herederos se le adjudican bienes independientes, sin que compartan nada en copropiedad y sin que tengan que hacerse compensaciones económicas, las posibilidades de peleas serán menores.
Puede pasar que no sea posible esta individualización. Entonces, el testador puede verse obligado a adjudicar un bien de forma conjunta a varios herederos. En este caso, este puede determinar que se lo adjudique a uno de los herederos y que se compense en función de la valoración de un profesional competente. También podría indicar, que si no hay acuerdo entre los herederos, se proceda a la venta del bien y reparto del dinero.