La Dirección General de Tráfico (DGT)sigue buscando fórmulas para poner fin a la picaresca de algunos conductores a la hora de saltarse las normas. Y es que a pesar de los esfuerzos, hay usuarios que siguen sobrepasando los límites poniendo en peligro no solo sus propias vidas, sino las de todo aquel con quienes se cruzan.
Cabe recordar, que la DGT tiene su razón de ser en dos objetivos fundamentales. Por una parte, organizar el sistema de circulación. Es decir, hacerse cargo del buen estado o uso de señales de tráfico o carreteras. También es quien se encarga de los trámites burocráticos como los relativos al carnet de conducir, incluido el examen.
Pero si de algo debe estar pendiente la DGT, es de velar por la seguridad de todos los usuarios en las carreteras. Con este objetivo, crea planes cada año, realiza campañas y se amolda a los nuevos tiempos. Por este motivo, en los últimos años han surgido normas con relación al uso del teléfono móvil en el coche o la introducción de los vehículos eléctricos.
Sin embargo, hay una que sigue siendo una de las infracciones más cometidas. La que trae de cabeza a todo este organismo de tráfico. Se trata del exceso de velocidad. Y es que a pesar de los peligros que entraña, no respetar los límites señalizados sigue siendo la infracción más cometida. Un problema al que la DGT sigue poniendo diques.
El problema del exceso de velocidad
La DGT no escatima en esfuerzos a la hora de concienciar a los conductores sobre la importancia de cumplir con los límites de velocidad. Muchas son las campañas sobre educación vial que se lanzan a lo largo del año. Por si esto fuera poco, el organismo de tráfico también utiliza cada vez sistemas de control más sofisticados. Concretamente, los radares son el sistema más efectivo. En las carreteras de España los podemos encontrar: móviles, fijos y de tramo.

Los radares son sistemas efectivos aunque no exentos de problemas. Pues en muchas ocasiones, la picaresca gana al dispositivo. Y es que es habitual, o que el radar este señalizado o que el conductor lo vea con antelación. Esto provoca que muchos se escapen de la multa a pesar de ir excediendo los límites de velocidad. ¿Por qué? Porque muchos de ellos frenan de forma brusca ante estos aparatos.
Cabe señalar, que este hecho no está penalizado. Es decir, no existe una norma concreta que establezca como penada de forma específica frenar ante un dispositivo de control. No obstante, los agentes de tráfico pueden sancionar esta acción, aparándose el artículo 53 del Reglamento de Circulación. Este indica que una reducción brusca de la velocidad, puede suponer un riesgo para los demás conductores.
La DGT alerta ante los conductores que frenan en un radar
La Dirección General de Tráfico (DGT), conoce perfectamente sobre este modo de actuar de algunos conductores para evitar la sanción por exceso de velocidad. Y aunque no está expresamente penada, los agentes de tráfico pueden multar a la persona que lleve a cabo esta actuación, con hasta 200 euros y cuatro puntos del carnet. Pues reducir la velocidad de un frenazo, puede poner en peligro a otros vehículos.
Pero la DGT ha encontrado una solución más eficaz. Se trata de los conocidos como radares cascadas, un tipo de dispositivo que no es tan conocido entre los usuarios, pero que les puede sorprender si llevan a cabo esta infracción. Y es que, el objetivo principal de este radar, es cazar a los conductores que reduzca bruscamente su velocidad al llegar al dispositivo para una vez pasado, volver a acelerar.
Esta tipo de radar en cascada, es más difícil de detectar. Pues en esencia, no se trata de un dispositivo novedoso, sino de la suma de otros dos. Concretamente, se trata de un radar móvil y otro fijo que se tratan simultáneamente. El móvil se coloca unos kilómetros antes del fijo y de este modo, o los conductores mantienen una velocidad fija o son pillados sin frenan repentinamente.